El Dr. Sidney Farber

(1903-1973): Patólogo pediátrico, pionero de la quimioterapia y de la oncológica moderna

Muchas veces los pioneros de alguna especialidad tuvieron solo preparación en algún campo relacionado. Así, en el caso de la quimioterapia –en especial en niños y en tumores no sólidos, como la leucemia– el iniciador fue un destacado patólogo, el Dr. Sidney Farber, quien, por su interés en problemas hematológicos y oncológicos, jugó un destacado rol en este campo. Farber “evolucionó” de patólogo a médico clínico, investigador y experto en oncología pediátrica. Su legado creció por su visión de comprometer a muchas personas a apoyar su lucha contra el cáncer, promoviendo el esfuerzo filantrópico desde fundaciones e instituciones públicas y privadas para financiar la investigación.

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Especial para Galenus
Marco Villanueva-Meyer, MD

Su origen e inicios

Sidney Farber nació en 1903 en la ciudad de Búfalo, al norte de Nueva York, en el seno de una acomodada familia judía en la que él era el tercero de 14 hermanos. Estudió en la Universidad de Búfalo y debido a sus conocimientos del idioma alemán pudo iniciar pronto sus estudios de Medicina en las ciudades alemanas de Heidelberg y Freiburg. Luego, volvió a los Estados Unidos para completar su formación en la escuela de Medicina de Harvard, donde se graduó como médico en 1927. Después, empezó su especialización en Patología en el Hospital Peter Bent Brigham y en el Hospital infantil de Boston, pasando también unos meses en el famoso Instituto de Patología de la Universidad de Múnich.

Ya graduado de médico, se casó en 1928 con Norma C. Farber que era una reconocida escritora de cuentos infantiles y soprano. Con ella vivió en Brookline; tuvieron 4 hijos.

Patólogo pediátrico

En 1929, fue nombrado patólogo del Hospital de niños de Boston, trabajando también para la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard. Destacó rápido, no solo por sus conocimientos, sino por ser extremadamente meticuloso. Algunos años después, en 1935, viajó por un año al Laboratorio de Farmacodinamia de la Universidad de Gante en Bélgica. En esa época aumentó su interés por la leucemia, enfermedad contra la que en esa época no se podía hacer nada. Farber estudió su evolución con muestras de sangre o de médula ósea. Su interés en investigar se vio limitado a raíz de los problemas creados por la Segunda Guerra Mundial. En 1946, ya era Director de la División de Laboratorios y de Investigación del Hospital Infantil y al año siguiente fue nombrado Patólogo Jefe.

Experimentos y primeros éxitos en leucemia

Farber pensó que administrando ácido fólico a niños con leucemia se restablecería la función normal. Sin embargo, las pruebas demostraron lo contrario ya que esto aceleraba la enfermedad. Esto creó una fuerte predisposición de los pediatras clínicos contra Farber. Sin embargo, él siguió investigando y administró más bien un antifolato, es decir, una sustancia que bloquea la producción celular. Para eso contactó a los científicos de los laboratorios Lederle que venían trabajando con folatos, en especial a Y. SubbaRow, Profesor de Bioquímica en Harvard. A fines de 1947, ellos le proporcionaron una versión del antifolato aminopterina. Al inyectar esta substancia, se logró una relativa rápida respuesta, observando una marcada disminución de los blastos. Si bien el cáncer no desapareció, sí se había frenado, apreciándose más bien una disminución de la hepatoesplenomegalia y de las hemorragias. Así, y a pesar de la falta de apoyo del hospital, Farber pudo continuar con sus experimentos e investigaciones.

Estos resultados favorables hicieron que acudan muchos niños a esa institución observándose en general una remisión transitoria de la enfermedad, lo que para esa época ya era mucho. En 1948 hizo la primera publicación sobre este tratamiento, la cual fue recibida con escepticismo e incomodidad por muchos pediatras y hematólogos. Sin embargo, este era el inicio de la quimioterapia en oncología, ya que era la primera vez que se utilizaba con relativo éxito un fármaco contra el cáncer.

Fundación Jimmy y difusión en los medios

Ya en 1947 los trabajos del Dr. Sidney Farber habían alcanzado difusión y su reputación aumentó. Así, logró que los miembros del Variety Club of New England financiaran una nueva Fundación para la Investigación del Cáncer Infantil. Eso permitió establecer una clínica ambulatoria. Además, y por primera vez, se hizo un programa de radio en el cual varios famosos jugadores de beisbol visitaron a un paciente con cáncer llamado Jimmy. El locutor pidió a los radioyentes apoyo para la fundación y, así, se recolectó una cantidad muy grande para la época: cerca de 250,000 dólares. La fundación se denominó Fundación Jimmy y se estableció para apoyar la investigación del cáncer infantil. Farber tenía claro que para conseguir dinero para investigar debía actuar como los políticos, con elementos de mercadotecnia y publicidad. De esa manera, se convirtió en un gran recaudador de fondos para investigación en cáncer.

En el hospital infantil lo seguían considerando un intruso. Pero gracias al apoyo que logró a través de la fundación, en 1952 Farber pudo inaugurar un edificio especializado con hospitalización para niños con cáncer. Esta institución tenía el objetivo que los niños y sus familiares se sintieran mejor. Además, al tratamiento con los antifolatos se le agregó un esteroide que permitía mejores resultados, aunque los niños siempre terminaban falleciendo. En 1974 –al poco tiempo de la muerte de Farber– se cambió el nombre de la fundación poniéndole el de su fundador.

Investigaciones y trabajo multidisciplinario

En la década de 1950, Farber probó otros agentes antitumorales, como el antibiótico actinomicina D con el cual tuvo cierto éxito en tumores de Wilms. Luego, junto con los radioterapeutas observó que al juntar quimioterapia y radioterapia lograba mejores resultados e inclusive algunas remisiones.

Farber insistía mucho en el carácter integral en la lucha contra el cáncer y en la importancia de los aspectos psíquicos y sociales. En su institución, fue pionero en la introducción de conceptos como el hospital de día, la atención por nutricionistas, por trabajadores sociales y por psicólogos, y del uso de estadísticos, entre otros.

Otras investigaciones y obra escrita

Farber hizo muchas investigaciones y tuvo interés en varias otras enfermedades. Así, hizo publicaciones sobre la muerte súbita del lactante (1938), la transposición de los grandes vasos del corazón (1938) –que luego sería importante para avances en cirugía del corazón–, la encefalitis de los lactantes por el virus de la encefalomielitis del este, sobre el uso de dihidrotachisterol en raquitismos (en ratones), alteraciones enzimáticas relacionadas con el síndrome celiaco y la insuficiencia pancreática, y sobre la fibrosis quística (1943).

Durante su carrera, Farber participó en la publicación de más de 270 escritos, entre libros, artículos científicos de investigación en pediatría, patología e historia de la medicina. Muchos de estos textos siguen siendo referencias clásicas como su libro sobre autopsias publicado en 1937, titulado The Postmortem Examination.

El Instituto Dana-Farber actualmente

Charles A. Dana (1881-1975) fue un hombre de negocios y filántropo que apoyó muchos años al Instituto del Cáncer de Farber. En 1983 se incorporó al nombre de Farber el de Dana: Dana-Farber Cancer Institute. Por otro lado, la Jimmy Fund Clinic, especializada en el tratamiento del cáncer pediátrico, se encuentra en el tercer piso del Dana-Farber Institute. Se comunica con el Hospital Infantil de Boston. En la actualidad cuenta con 4,000 empleados que atienden 300,000 visitas de pacientes al año y participan en 700 ensayos clínicos. Allí se estudian y prueban las nuevas generaciones de fármacos, tanto en el laboratorio como en la clínica. Además, proporcionan formación a médicos e investigadores de todo el mundo y desarrollan programas de prevención, detección y control del cáncer. Recibe apoyo del Instituto Nacional del Cáncer, Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas así como de numerosas fundaciones y filántropos. En la actualidad, el Dana–Farber Cancer Institute es una de las instituciones líderes en el mundo en la investigación y tratamiento clínico del cáncer.

Reconocimientos

El Dr. Sidney Farber recibió títulos honorarios de varias universidades del mundo, fue miembro de distintas instituciones científicas y presidió la Asociación Americana del Cáncer en 1968 y la Asociación Americana de Patólogos y Bacteriólogos en 1972. Además, ha sido consultor del Instituto de Patología de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos, del US Public Health Service y de NCI.

En 1966 obtuvo el prestigioso premio Lasker de Investigación Clínica por su trabajo pionero en quimioterapia del cáncer pediátrico. También ganó el premio Judd de Investigación en Cáncer del Memorial Sloan Kettering Cancer Center, el premio Memorial Health del MD Anderson Tumor Institute en 1967 y el premio Oscar B. Hunter de la Sociedad Americana de Terapéutica en 1968, entre muchas otras distinciones y reconocimientos.

Personalidad

Quienes conocieron al Dr. Farber lo describen como una persona cálida, considerada, generosa y con buen sentido del humor. Era convincente y persuasivo. Además, era culto y aficionado al arte. Tocaba violín y de joven lo hacía en algunos restaurantes, lo que lo ayudó a financiar sus estudios.

Sin embargo, en las conferencias y juntas de tumores era práctico, pragmático y directo sin dejar lugar a argumentos especulativos. Sus asistentes se solían poner de pie cuando él ingresaba a la sala, y la comunicación se daba con respeto y usando los apellidos. Además, Sidney Farber se convirtió en un destacado presentador en el Congreso, en especial para obtener fondos para la lucha contra el cáncer. En una década –de 1957 a 1967– gracias a sus esfuerzos y los de otras personalidades destacadas, como la filántropa Mary Lasker o el cirujano cardiovascular Michael DeBakey, se logró cuadruplicar los fondos para el Instituto Nacional de Cáncer.

Farber murió en 1973, a los 69 años, de un infarto al miocardio mientras trabajaba en su oficina. En esa época el panorama sobre el cáncer se veía algo complicado y estancado, se había frenado el desarrollo de nuevos fármacos y los cirujanos y radioterapeutas tenían pugnas sobres las opciones de tratamiento.

Comentario

El legado del Dr. Sidney Farber se basa en su coraje para buscar solución a un problema grande y serio, en sus conocimientos, en su perseverancia y en su compromiso para continuar sus investigaciones a pesar de algunos fracasos iniciales y críticas casi despiadadas. De acuerdo con lo que solía mencionar Farber: “El motivo de la vida es desarrollarla en algo que nos pueda sobrevivir, ningún hombre encuentra su meta en sí mismo sino en compartir con otros”.

Referencias

  • Foley GE. (1973) Obituary Sidney Farber M.D. Cancer Research, 34, 659–661.
  • Fresquet Febrer JL. Universitat de València, España. Diciembre de 2014.
  • Garfield E. (1984) 100 classics from the New England Journal of Medicine. Current Contents, 25, 3–10.
  • Wisnia S. (2002) Images of America. The Jimmy Fund of Dana–Farber Cancer Institute. Arcadia Publishing, Charleston, SC.
  • Miller DR (July 2006), "A tribute to Sidney Farber – the father of modern chemotherapy", British Journal of Haematology, 134 (1): 20–26.
  • Joseph S. Curing Pediatric Acute Lymphocytic Leukemia. American Society of Hematology. Retrieved March 4, 2019.
  • Dana-Farber Cancer Institute. "Sidney Farber, MD". Retrieved 6 March 2019.
  • A tribute to Sidney Farber: The father of modern chemotherapy. BJH British Journal of Haematology 134(1): 2006(7); pp: 20-26.
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