La arquitectura sostenible

La arquitectura tiene una relación muy grande con el medio ambiente y, cada día, se están tomando más precauciones para usar materiales sostenibles y tecnologías de alta eficiencia energética. El arquitecto y el cliente tienen que compartir estas nuevas tendencias para aplicarlas en el momento de planear una nueva edificación o remodelación. Una de las características más importantes de la arquitectura sostenible es que la edificación construida pueda consumir la menor cantidad de energía posible. Por esta razón, se debe favorecer el uso de la iluminación natural, tener una ventilación correcta en los distintos ambientes y reducir los recorridos dentro de la edificación. La “envoltura” que se vaya a usar y la forma en que se desee tratar el exterior de la edificación, también son puntos importantes que hay que considerar, ya que dependiendo de los materiales que se utilicen en los muros, paredes y ventanas se puede consumir una mayor o menor cantidad de energía en el largo plazo. La forma básica de la edificación es esencial, ya que la distancia del sombreado y su orientación son factores que inciden sobre el consumo diario de energía. Un buen ejemplo de arquitectura sostenible es la obra del arquitecto australiano Glenn Murcutt, ganador del premio Pritzker (el equivalente en arquitectura al Premio Nobel). Murcutt siempre busca la forma de tomar en cuenta el entorno natural para adaptarse a él. Para que un proyecto tenga un diseño satisfactorio y sostenible, se tiene que pensar en la cultura del lugar, la latitud y longitud donde está ubicado, la topografía, el giro del sol, el viento y el régimen anual de lluvias, entre otros. Hoy en día, hay muchos incentivos que promueven el uso de materiales sostenibles en construcción. Es importante explorar este aspecto para poder tomar ventaja de ello. En un principio, podríamos pensar que el valor de nuevos materiales es más elevado en el mercado. Pero lo importante es determinar y comprobar que, gracias a su utilización, se logra disminuir el consumo diario de energía dentro de la edificación. Esto puede llevar a significativos ahorros y también a mejorar la calidad de vida de las personas que habiten en la vivienda, permitiéndoles gozar de momentos más agradables y de una mejor salud.