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Importancia de ser consistente y regular en la terapia hormonal tiroidea*

Especial para Galenus

Especial para Galenus
(Adaptado de NIH y de
la Asociación Americana de Tiroides)

El hipotiroidismo es relativamente común (afecta del 1 al 4% de la población y es más frecuente en las mujeres, en una proporción de 5 a 1). El hipotiroidismo subclínico puede superar el 10% de la población, siendo también más frecuente en mujeres y en edad avanzada (en las mujeres sobre los 55 años puede llegar a cifras del 20 al 40%).

Los pacientes afectados pueden requerir como primera opción una medicación hormonal empleando tiroxina (T4) sintética. Esta suele actuar como la hormona natural del cuerpo y en muchos casos se debe de tomar de por vida o por un periodo bastante prolongado. La principal preocupación al dar una medicación hormonal prolongada es que estemos administrando la dosis adecuada, más aún cuando se trata de una glándula con un mecanismo muy delicado como es la tiroides. Por eso, la meta es establecer un tratamiento prolongado que semeje en forma ininterrumpida la función tiroidea normal.

De acuerdo a las guías de distintas instituciones y organizaciones médicas, para establecer la terapia inicial se deben considerar factores como la edad, el peso y la condición médica. Luego de definir la dosis adecuada -con controles físicos y pruebas de laboratorio como TSH-, se debe mantener la medicación de acuerdo a lo que se considere conveniente y a la situación médica subyacente.

Consistencia en el fármaco

A pesar de que las diferentes presentaciones existentes de hormonas sintéticas de T4 contienen el mismo componente activo, estas tienen ingredientes inactivos diferentes en cada marca. Por ello, dado el complejo mecanismo de control y regulación tiroideo, es conveniente mantener el mismo producto para no tener que estar regulando el medicamento frecuentemente o repitiendo las pruebas de TSH.

Es importante que los pacientes sepan que tienen que informar a su médico tratante sobre cualquier cambio en la marca o composición del fármaco recetado. De este modo, el médico estará atento y alerta en caso de que el cambio del producto sea inevitable, para así hacer las evaluaciones y solicitar las pruebas de laboratorio convenientes.

Consistencia en el horario

El paciente debe recibir la recomendación de tomar el medicamento a la misma hora. Muchas veces se preferirá que sea en la mañana con el estómago vacío, ya que los alimentos podrían variar la absorción. También se deben evaluar con el paciente la relación con otros medicamentos y el momento de tomar la medicina tiroidea si se están administrando otros fármacos, por lo que en algunos casos podría ser conveniente ingerir la pastilla en la noche.

Por eso, es importante que el paciente sea aleccionado acerca de los motivos o las razones para mantener los horarios, para así no ser irregular en la ingesta del medicamento ni interrumpirla.

Interacción medicamentosa

Algunos fármacos que pueden afectar los niveles de las hormonas tiroideas son: los estrógenos, los anticonceptivos, la testosterona y algunos anticonvulsivantes o antidepresivos. Otras sustancias que pueden afectar su óptima absorción son el hierro, el calcio, la soya, algunos antiácidos o las estatinas. Del mismo modo, durante la gestación se puede necesitar regular la dosis de hormonas tiroideas.

Controles médicos

Los pacientes deben ser instruidos acerca de la importancia de asistir a sus controles médicos, ya que hay casos en que los síntomas aún no se manifiestan o son muy sutiles o subclínicos, pero que pueden requerir la intervención médica. Del mismo modo, deben estar informados acerca de que estos controles son necesarios para definir si la dosis medicamentosa que reciben es la adecuada.

Referencias

  • Garber, JR; ea. for the American Association of Clinical Endocrinologists and the American Thyroid Association (2012). «Clinical Practice Guidelines for Hypothyroidism in Adults». Thyroid 22 (12): 1200–1235.
  • American College of Physicians. Clinical guidelines. Screening for thyroid diseases. Ann Intern Med. 1998;129(2):141–143.

* Actualización a Agosto de 2018