Especial para Galenus – Revista para los médicos de Puerto Rico. Adaptado de los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos (NIH), Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas (NIAID), Advisory Committee on Immunization Practices – CDC y WHO/OMS/OPS.
La vacunación en adultos es una estrategia importante para la prevención de enfermedades infecciosas graves y sus complicaciones, y para disminuir o evitar la mortalidad, en especial en personas mayores y con condiciones crónicas.
En los últimos años, la aparición de nuevas vacunas y la actualización de esquemas han ampliado las posibilidades de protección. Sin embargo, la aceptación y cobertura vacunal enfrentan desafíos adicionales, como la desinformación y la politización de los mensajes de salud pública.
Avances en la vacunación del adulto
1. Vacunas antineumocócicas
Streptococcus pneumoniae es una de las principales causas de neumonía, bacteriemia y meningitis en adultos, en especial mayores de 65 años y personas con comorbilidades. Esta vacunación ha evolucionado significativamente:
- Vacunas conjugadas (PCV): incluyen PCV13, PCV15, PCV20 y, más recientemente, PCV21. Inducen una respuesta inmunológica más robusta y duradera, generan memoria inmunológica y reducen la colonización nasofaríngea, lo que contribuye a la inmunidad de grupo. PCV20 y PCV21 ofrecen una cobertura ampliada de serotipos, simplificando los esquemas vacunales a una sola dosis en muchos casos.
- Vacuna polisacárida (PPSV23): cubre 23 serotipos y sigue siendo útil en esquemas secuenciales o en personas con indicaciones específicas, aunque no induce memoria inmunológica y su eficacia frente a la neumonía no invasiva es limitada.
- Recomendación actual: las guías de los CDC y de la OMS sugieren priorizar las vacunas conjugadas de valencia ampliada (PCV20, PCV21) en adultos mayores de 50 años y en adultos jóvenes con factores de riesgo, reservando PPSV23 para casos específicos o esquemas secuenciales.
2. Vacuna contra la influenza
La gripe estacional continúa siendo una causa importante de hospitalización y mortalidad en adultos mayores y personas con enfermedades crónicas. La vacunación anual es altamente recomendada para todos los adultos, en especial mayores de 65 años, trabajadores de la salud y personas con comorbilidades. Las formulaciones de dosis alta o con adyuvante han demostrado mayor eficacia en adultos mayores.
3. Vacuna contra el COVID-19
La pandemia de COVID-19 ha resaltado la importancia de la vacunación en adultos. Las recomendaciones actuales incluyen refuerzos anuales para mayores de 65 años, personas inmunocomprometidas y trabajadores de la salud, con formulaciones adaptadas a variantes circulantes.
En mayo de 2025 el Departamento de Salud y Servicios Humanos de EE. UU. informó que los CDC ya no recomiendan de forma generalizada esta vacunación para niños sanos y mujeres gestantes. Esta sugerencia reciente aún no es universal y ha generado preocupación entre expertos en salud pública.
4. Vacuna contra el herpes zóster
El herpes zóster y su complicación, la neuralgia postherpética, afectan en especial a mayores de 50 años. La vacuna recombinante adyuvada ha mostrado alta eficacia y se recomienda en adultos a partir de esa edad, en especial en inmunocomprometidos.
5. Vacuna contra el VRS
El virus respiratorio sincitial (VRS) causa infecciones respiratorias graves en adultos mayores. Las vacunas recientemente aprobadas para mayores de 60 años han mostrado reducción de hospitalizaciones y complicaciones.
6. Otras vacunas recomendadas
- Td/Tdap (tétanos, difteria, tos ferina): refuerzo cada 10 años y una dosis Tdap en la edad adulta.
- Hepatitis B: indicada en adultos con factores de riesgo y, cada vez más, en mayores de 60 años.
- Vacunas SR (sarampión, rubéola): en adultos jóvenes no vacunados o con esquemas incompletos.
Consideraciones especiales en adultos mayores y personas con comorbilidades
El envejecimiento y las enfermedades crónicas (diabetes, EPOC, insuficiencia renal, etc.) aumentan el riesgo de infecciones graves y complicaciones. Las vacunas en adultos mayores han demostrado reducir hospitalizaciones, mortalidad y mejorar la calidad de vida. La actualización de esquemas y la introducción de vacunas de nueva generación son esenciales para una protección óptima en estos grupos.
El impacto de la comunicación pública y la desinformación
La percepción y la aceptación de las vacunas no dependen únicamente de la evidencia científica. La politización de la salud pública y los comentarios de figuras públicas pueden influir en la actitud de la población. Así, durante la pandemia de COVID-19, la aceptación de la vacunación fluctuó en función de las posturas de líderes políticos y la polarización de los medios.
Estrategias para contrarrestar la desinformación
- Comunicación clara y basada en evidencia.
- Involucrar a líderes comunitarios y profesionales de la salud como fuentes confiables.
- Fomentar la educación en salud para que la población pueda diferenciar entre opiniones y datos científicos.
- Transparencia en la comunicación de beneficios y riesgos de las vacunas.
La educación médica continua y la actualización de los profesionales es fundamental para responder a inquietudes y fortalecer la confianza en las vacunas.
Conclusión
La vacunación en adultos es una herramienta esencial para la prevención de enfermedades infecciosas, hospitalizaciones y mortalidad, en especial en adultos mayores y personas con enfermedades crónicas. Los avances en vacunas, como las conjugadas de valencia ampliada, permiten una protección más amplia y esquemas más simples.
También es responsabilidad de los profesionales de la salud y de las sociedades científicas mantener una comunicación basada en la evidencia, transparente y adaptada al contexto social para contrarrestar los mensajes no científicos y promover la toma de decisiones informadas. Fortalecer la vacunación en adultos requiere un enfoque integral: actualización científica, educación continua y una comunicación pública responsable que priorice la salud colectiva por encima de intereses particulares o ideológicos.
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