
Félix J. Fojo, MD
Por definición, los síndromes paraneoplásicos representan conjuntos de signos y síntomas que aparecen en zonas alejadas del tumor primitivo que los desencadenan, sin constituir metástasis de dicho tumor y sin poder ser explicados por efectos directos de las células tumorales en crecimiento o de hormonas producidas por la neoplasia.
Estas manifestaciones paraneoplásicas pueden aparecer en cualquier órgano o sistema fisiológico del cuerpo. Se les ha denominado también “efectos remotos” del cáncer. Pueden ser manifestaciones agudas, subagudas o incluso preceder al cáncer desde bastante tiempo antes de que sea evidente. Se estima que hasta un 20% de los pacientes oncológicos presentan en algún momento de su evolución signos paraneoplásicos, pero muchas veces no son reconocidos como tales o solo lo son en retrospectiva.
Todos los cánceres pueden producir el síndrome paraneoplásico, pero los más comunes reportados son el carcinoma de pulmón (sobre todo el microcítico), el de células renales, el hepatocelular, las leucemias y los linfomas, el cáncer de mama, de ovario, de estómago, de páncreas y los tumores neuroendocrinos.
La patogenia de las paraneoplasias es oscura. Se han invocado como causales diversas sustancias, proteínas y péptidos activos, producidos por el tumor primario o anticuerpos de reacción cruzada con tejidos no neoplásicos. Los factores inmunológicos ganan cada vez más fuerza como causantes del síndrome paraneoplásico. Las paraneoplasias constituyen a veces el primer signo de una neoplasia no diagnosticada.
Las manifestaciones paraneoplásicas pueden ser generales o localizadas. Las generales, o sistémicas, más comunes son la fiebre, la sudoración nocturna, la adinamia, la anorexia, la pérdida de peso no bien explicada, la caquexia y la depresión.
Las paraneoplasias localizadas más comunes son:
- Cutáneas o dermatológicas: prurito generalizado o localizado, rubefacción, lesiones pigmentadas, queratosis, acantosis nigricans, eritema necrolítico migratorio, papilomatosis, melanosis dérmica generalizada, queratosis seborreica, hipertricosis generalizada y herpes zóster.
- Endocrinas: síndrome de Cushing, secreción exagerada de hormona antidiurética, hiponatremia, hipoglucemia, hiperglucemia, hipertensión arterial e hipercalcemia.
- Digestivas: trastornos digestivos inespecíficos, diarreas y enteropatías perdedoras de proteínas.
- Hematológicas: anemias de diversos tipos, aplasia eritrocítica, leucocitosis, eritrocitosis, trombocitosis, policitemia, endocarditis trombótica no bacteriana, anemia hemolítica, coagulación intravascular diseminada y diversas gammapatías.
- Neurológicas: encefalomielitis paraneoplásica, neuropatías periféricas (frecuente), polineuropatía sensitiva (rara), síndrome de Guillain-Barré, síndrome miasténico, degeneración cerebelosa subaguda (puede preceder al tumor por meses o incluso años), opsoclonías y mioclonías, retinopatía, síndrome de la persona rígida, neuronopatía motora subaguda, mielopatía necrosante subaguda y diversas encefalopatías.
- Renales: glomerulonefritis membranosa, síndrome de Stauffer e insuficiencia renal de evolución más o menos rápida.
- Reumatológicas y óseas: diversas artropatías, policondritis, esclerosis sistémicas, osteoartropatía hipertrófica, osteomalacia, dermatomiositis, hipocratismo digital y amiloidosis secundaria.
Tratamiento
El tratamiento clave de las paraneoplasias es el del cáncer primario que les da origen, y este debe ser llevado a cabo por un equipo oncológico altamente calificado.