Entendiendo la esquizofrenia

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Michel Woodbury Fariña, MD
Especialista en Psiquiatria
Profesor Asociado
Departamento de Psiquiatría
RCM-UPR
michel.woodbury@upr.edu

La esquizofrenia es un trastorno cerebral severo que perdura toda la vida. Quienes la padecen pueden escuchar voces, ver cosas que no existen o creer que otros leen sus pensamientos o controlan sus mentes.

El cerebro primitivo y la neocorteza

Para entender la esquizofrenia, hay que entender cómo trabaja el cerebro en general. Este tiene una parte primitiva, que controla las emociones y los instintos de supervivencia, y otra parte más desarrollada cognoscitivamente, la neocorteza. El área prefrontal de la neocorteza está activa en situaciones de paz y modula o mantiene controlado al cerebro primitivo. Con este sistema es que manejamos el estrés. Mientras más desarrollada el área prefrontal, más control hay sobre la mente primitiva, que incluye las áreas del tallo y límbica, y que se activa en emergencias, para luchar o huir.

La amígdala y las emergencias

Los mensajes de emergencia se dan en la amígdala. Primero pasan por el área visual y entran al tálamo para la evaluación de su peligrosidad. Si hay motivo, el mensaje se canaliza directamente a la amígdala para decidir si hay que explotar con la reacción de alarma. Mientras más “fuerte” sea el área prefrontal, más difícil será activar la amígdala. El Dr. Kagan postula que hay tres situaciones donde se ve la reacción de alarma: cuando realmente hay un peligro serio; cuando se pierde o cree que va a perder a un ser querido y; cuando hay un cambio de rutina. Así, una congestión de tráfico inesperada es un cambio de rutina. Pero, como ante la amígdala no hay un real peligro, la neocorteza inventa razones a estas emociones y lo expresa como una ansiedad irrealista: “Me van a matar si llego tarde” o “me van a botar”. Y eso puede producir alarma.

El área prefrontal en el esquizofrénico

El esquizofrénico posiblemente tiene problemas en el área prefrontal por escasez de receptores dopaminérgicos D1. Esto resulta en una área prefrontal “débil” con problemas en las funciones de organización ejecutiva como la memoria de trabajo. Por ende, puede tener dificultades para hablar y expresar sus emociones y problemas de atención, memoria y organización. Con estas limitaciones en el área prefrontal, la amígdala es fácil de activar, y eso puede hacer que muchos mensajes ambiguos se interpreten como peligrosos. Esto da como resultado la paranoia de los esquizofrénicos. Un esquizofrénico me dijo que sabía que los vecinos lo iban a matar por sus miradas nada más, lo que catalogaremos como psicosis paranoica. Cuando el paciente insiste en que eso es verdad, estamos frente a un delirio, una idea fija que no se corrige al confrontarla con la verdad. La ansiedad en esos pacientes muchas veces se expresa con alucinaciones. Por ejemplo, tener que estudiar el teclado de una maquinilla puede hacer alucinar a un esquizofrénico estable. Pero, al desistir del estudio pueden desaparecer las alucinaciones.

La fragmentación del ego y la glucosa

Un aspecto de la psicosis, poco resaltado, es la fragmentación del ego. Esto hace que las fronteras del ego, que son áreas imaginarias frente a uno, se tornen “difusas”. Se nota, por ejemplo, al acercar la cara a un desconocido haciendo que se separen antes que se toquen. En el psicótico, las fronteras pueden llegar a las paredes del cuarto y, así al entrar puede sentir que está cara a cara con uno. Y si la amígdala es muy reactiva, la reacción de alarma puede expresarse como agresión. Esta agresión es la que da mala fama a los esquizofrénicos. La causa más frecuente de un gesto agresivo es la hipoglicemia, que a su vez debilita al área prefrontal. Un paciente esquizofrénico psicótico con hambre podría mostrar fragmentación del ego, por lo que no estaría de más ofrecer al paciente agitado un jugo dulce. Hay salas de emergencia, donde como algo rutinario, dan bolos de glucosa con tiamina a los pacientes con impulsos violentos.

Comentario

Las medicinas pueden aliviar muchos síntomas de una psicosis, pero puede ser necesario probar varios medicamentos antes de encontrar el adecuado. Las recaídas pueden disminuir si se toma el medicamento consecuentemente. Con el tratamiento adecuado, muchas personas pueden llevar vidas satisfactorias.

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