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Dr. Herbert Villanueva-Meyer

IN MEMORIAM Mayo 5, 1924 - Diciembre 10, 2008

Herbert Villanueva-Meyer Arnao nació en 1924 en Huaraz, una hermosa ciudad en la cordillera peruana. Creció en Lima y Berlín donde su padre trabajaba en el famoso hospital de La Charité. Al terminar la escuela en Lima, inicia los estudios de Medicina en la antigua Universidad de San Marcos. Recién graduado como médico en 1952 viaja a Madrid a doctorarse con el Dr. Gregorio Marañón. Allí hace sus primeras experiencias con isótopos radiactivos.

Estimulado por Marañón viaja en 1955 a Hamburgo donde realiza estudios pioneros con I-131 para tratamientos de hipertiroidismo y cáncer tiroideo que aún tienen vigencia hoy en día; optimiza el test de radioyodo; desarrolla pruebas de ferrocinética con Fe-59 y Cr-51 para diagnóstico de policitemia vera y lleva a cabo tratamientos con P-32.

De regreso al Perú es nombrado Decano de la Facultad de Medicina de la Universidad de Arequipa en 1958. Después acepta una invitación para volver a Hamburgo donde continúa una serie de estudios clínicos. De vuelta en Lima realiza varios trabajos de investigación en Medicina de Altura.

Luego promueve el inicio de varios servicios de Medicina Nuclear en Lima tanto en los principales hospitales como a nivel privado. En 1970 acepta otra aventura europea, esta vez como Jefe del Servicio de Medicina Nuclear en Zurich, Suiza. Allí desarrolla pruebas funcionales renales y cardíacas, con análogos del potasio y para el miocardio con Tl-201. Desde 1972 continuó sus actividades en Lima en varias instituciones médicas.

Su labor académica fue intensa y prolongada desde estudiante, como asistente de prácticas, profesor, decano y luego como profesor invitado en las facultades de Medicina en Lima. Fue miembro de varias sociedades médicas internacionales y fundador de la Federación Mundial de Medicina Nuclear y la Asociación Latinoamericana de Medicina Nuclear. Presidió la Sociedad Peruana de Medicina Nuclear y también la de Radiología. La Academia Peruana de Medicina lo tuvo como miembro por casi dos décadas, y como miembro emérito desde el 2004.

Fue un estudioso en muchos campos, aficionado a la música clásica, la arqueología, la genealogía y a viajar. Hasta sus últimos años manejaba por más de seis horas hasta más de 4000 metros de altura para disfrutar de la naturaleza, el aire puro y los amaneceres claros mirando los nevados desde el balcón de su casita de campo en los Andes peruanos. El último año un problema de salud no lo dejó hacer esos viajes, quizás preparándolo para un viaje eterno a mayor altura.

Tuvo el privilegio de poder trabajar hasta el final, e inclusive se preocupó de dejar informados todos los casos del mismo día.

Lo sobreviven tres generaciones. En su hogar formado con Juanita crecieron cinco hijos, de los cuales cuatro son médicos y dos trabajan hoy en día en Puerto Rico. Acá él estuvo varias veces, llegando a conocer y disfrutar de la isla, y dejando también muchos amigos.

Nota personal del editor:

Tuve la oportunidad de trabajar con mi padre por muchos años. Su integridad humana y su pasión por el estudio, el trabajo y la investigación fueron remarcables. Cuando teníamos un caso clínico complicado o algo especial, él inmediatamente empezaba a informarse e investigar. La computadora e Internet le abrieron una puerta inconmensurable de información y comunicación. Disfrutaba mucho aprendiendo y se sentía orgulloso de hacerlo cada día, eso lo nutría y le daba vitalidad. Su visión y amplitud de criterio le permitían valorar lo que era realmente importante, en especial la salud mental y física, y la vida.

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