Temas de Interés / Torre de Marfil

Cincuenta: El orgullo de llegar… y continuar

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Félix J. Fojo, MD
Ex Profesor de la Cátedra de Cirugía
de la Universidad de La Habana
ffojo@homeorthopedics.com
felixfojo@gmail.com

Las publicaciones médicas, nuestras amadas revistas científicas tal y como las conocemos hoy, son relativamente recientes en la larga historia de la medicina. Surgen con la denominada “explosión científica” de los siglos XVII y XVIII. Se acepta habitualmente que el Journal des Scavans (1665) y la Nouvelles Découvertes (1679), fundadas ambas en la ciudad de París por el médico Nicolas de Blégny, son las dos primeras publicaciones en la historia que pueden nombrarse con propiedad revistas médicas. Ninguna de las dos tuvo una larga vida, pero son recordadas como las precursoras.

La primera, en idioma inglés, es la Scottish Medical Journal, fundada en 1733 y voz desde entonces de la Sociedad Médica de la Universidad de Edimburgo. Su camino ha sido azaroso, con altas y bajas, y de hecho ha cambiado de nombre en por lo menos siete ocasiones (nació como Medical Assays and Observations) pero se lleva la palma de la perseverancia pues aún se publica. The Lancet, una de las revistas inglesas más prestigiosas y citadas en el mundo entero, fue puesta en marcha por el profesor Thomas Wakley en octubre de 1823, noventa años después de la escocesa.

The New England Journal of Medicine, del lado americano del Atlántico, vio la luz en enero de 1812. El primer número de The Journal of the American Medical Association, la famosa JAMA, apareció en 1883, pero bajo el nombre de Transactions of the American Medical Association, y no fue hasta 1960 cuando tomó el nombre por el que la conocemos ahora. El Annals of Internal Medicine, otro clásico, no apareció sino hasta 1927.

En forma de periódicos, los españoles parecen haberse adelantado a los sajones, pues la Tertulia Hispalense Medico-Chimica apareció en Sevilla en 1697 y el panfleto informador de la Regia Sociedad de Medicina de Madrid vio la luz en el año 1700.

Los mexicanos se llevan la palma en América con el Mercurio Volante, la primera verdadera revista médica, cuyo primer número se editó el 17 de octubre de 1772, pero cuya vida fue muy corta pues se cerró por falta de fondos en febrero de 1773.

En el Caribe fue Cuba, la mayor de las Antillas, la que abrió el camino con dos revistas, La Fe Científica, de muy breve duración, que se convirtió rápidamente en la Crónica Médico Quirúrgica de La Habana, ambas entre 1874 y 1875.

Una larga y muy difícil historia (contada aquí muy parcialmente y a vuela pluma) para arribar a las miles de publicaciones médicas que gestionan hoy –sin internet y las redes informáticas estaríamos perdidos entre tanta información– instituciones como la National Library of Medicine (NLM).

Y tan bien acompañada, la nuestra, nuestra Galenus, que arriba ahora a su número 50. Si no una proeza de sus editores y colaboradores, por lo menos un enorme esfuerzo y un inmenso acto de cariño y respeto a la profesión médica puertorriqueña (ya se extiende a otros ámbitos) y a sus pacientes.

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