Biopsias por aspiración de aguja fina: Mucho más que tiroides

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Víctor J. Carlo-Chévere, MD, FCAP
Patólogo anatómico y clínico

Una biopsia por aspiración de aguja fina (FNA), consiste en obtener muestras de tejido utilizando agujas muy finas, generalmente guiadas por sonografía.

Tras su desarrollo en los países nórdicos y su popularización en los Estados Unidos, la biopsia por FNA se ha beneficiado de recientes adelantos tecnológicos que permiten aprovechar su potencial y, así facilitar el tratamiento individualizado de los pacientes. Técnicas radiológicas como sonografía de alta resolución, PET/CT y endosonografía, detectan lesiones en forma más temprana. A su vez, los avances en patología molecular permiten diagnosticar y subclasificar muchos tumores en categorías pronósticas con mayor precisión. Esto, sumado a una buena comunicación entre clínicos, radiólogos y patólogos, beneficia a los pacientes en esta era de medicina individualizada y procedimientos mínimamente invasivos.

El patólogo juega un rol relevante en la obtención y manejo de las biopsias por FNA, particularmente en lesiones de órganos superficiales como la tiroides, los ganglios linfáticos, las glándulas salivares y el seno.

| En primer lugar: Se ha documentado en varios estudios que, cuando la entrevista y examen del paciente son efectuados por el patólogo, aumenta la sensitividad diagnóstica de las biopsias, en comparación con la interpretación de las biopsias de FNA hechas por otros profesionales.

Segundo: La evaluación inmediata de la muestra por el patólogo permite estimar la cantidad de material diagnóstico obtenido con agujas calibre 22G a 27G.

Tercero, y más importante: La evaluación inmediata permite una correlación de los diagnósticos diferenciales radiológicos, clínicos y citomorfológicos al momento de la biopsia. Así se puede hacer referencias cruzadas entre ellos, y optimizar el manejo de la muestra maximizando su potencial diagnóstico. |

El manejo de la muestra de FNA tiene particular importancia. Anteriormente, el diagnóstico estaba limitado a la evaluación microscópica, con algunas pruebas histoquímicas auxiliares. Así solo se debía elegir cómo preparar el aspirado y la tinción más útil.

Decidir si es necesario añadir fijador de rutina o no era suficiente en la mayoría de los casos, y aún lo es en los casos más simples. Actualmente, la batería de pruebas diagnósticas y pronósticas es muy amplia. Algunos ejemplos incluyen: receptores hormonales en cáncer de mama, EGFR y mutaciones de Kras en cáncer colorectal, citometría de flujo para linfomas, hibridización in situ para translocaciones (e.g. t[14;18] en linfoma folicular y t[11;14] en linfoma de células de manto), rearreglos genéticos por PCR para demostrar clonalidad (linfomas), y anomalías cromosómicas como indicadores pronósticos en leucemia linfocítica crónica (CLL/SLL). La variedad de pruebas en ocasiones requiere manejo de muestra y preservativos diferentes. Esto incluye diferentes fijadores (i.e. alcohol vs. formalina), tiempos de fijación determinados, refrigeración, medios de transporte, o medios de cultivo.

El médico patólogo, como especialista en el manejo de tejidos, es quien mejor conoce las limitaciones de cada técnica. La falta de recursos y las limitaciones administrativas en los reembolsos se han convertido en factores críticos, que, irónicamente, resultan en aumento de costos totales para el país y las aseguradoras. Por esto es crucial trabajar en conjunto con nuestros colegas para el mayor rendimiento diagnóstico. La nueva amplitud de la biopsia por FNA supera los antiguos límites de la citopatología, y se impone la interacción de histopatólogos, inmunopatólogos, hematopatólogos y patólogos moleculares en la evaluación completa de estos casos.

Se trata pues, no solo de llevar una biopsia al laboratorio, sino de que llevemos el laboratorio al lado del paciente.

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