Ramón Emeterio Betances

(1828-1898): Su destacado rol en el manejo de crisis y catástrofes

Puerto Rico se acaba de enfrentar a una de las mayores catástrofes de su historia. Es importante mencionar que antes ha habido otras grandes crisis que se lograron superar. En el siglo XVII, hubo un huracán catastrófico y luego otros muy intensos, en 1898 y en 1927. En el huracán de 1898, llamado San Ciriaco, el Dr. Bailey K. Ashford cumplió un rol heroico, pero a pesar de ello hubo muchas muertes por la anemia que afligía a nuestra población. En 1927, con el huracán San Felipe, también hubo enfermedades y muertes. Además, ha habido otras crisis y epidemias con efecto catastrófico sobre nuestra isla como la viruela, la tifoidea, la malaria, la peste bubónica, la tuberculosis o la influenza de 1918, entre otras.

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Norman Maldonado, MD
Hematólogo-Oncólogo
Ex Presidente de la
Universidad de Puerto Rico

En 1856 azotó a Puerto Rico una epidemia de cólera que causó innumerables muertes en toda la isla con excepción del pueblo de Morovis; de allí surgió el dicho popular que dice “la isla menos Morovis”.

Ese mismo año, 1856, regresó a la isla un joven médico graduado de la Facultad de Medicina de Montpellier, Francia: el Dr. Ramón Emeterio Betances

Sus orígenes y sus estudios en Francia

Ramón Emeterio Betances nació al sureste de Puerto Rico, en Cabo Rojo, en 1828, de padre dominicano y madre puertorriqueña. Su padre era un rico y exitoso latifundista que tenía una hacienda de caña con una pequeña central azucarera. En esa época no existía la educación pública en Puerto Rico, razón por la que su padre lo educó con un tutor en su hogar, algo que las familias acomodadas de aquella época acostumbraban hacer. Cuando tenía 10 años, su padre decidió enviarlo a estudiar a Francia, al Colegio Royal de Toulouse, donde se graduó de bachiller en 1848, a los 18 años. Poco tiempo después, comenzó su carrera de Medicina en la Universidad de Montpelier, graduándose como médico en 1855.

Su regreso a Puerto Rico y el cólera

En joven Dr. Betances regresó a la isla al año siguiente, en 1856. Casualmente, fue en esa época cuando llegó a Puerto Rico la gran epidemia de cólera, que causó innumerables muertes en su paso de pueblo en pueblo. Betances estableció su práctica médica en Mayagüez, ciudad que en aquella época tenía una población de cerca de 24 000 personas y tan solo 5 médicos. Él trabajaba con el Dr. José Francisco Basora en el Hospital Municipal de Mayagüez. Como la epidemia del cólera todavía no había llegado hasta allí, ambos comenzaron a implementar las medidas preventivas para proteger a la población. Ordenaron que se quemaran todas las barracas de los esclavos y que estos pasaran a vivir en refugios provisionales. Además, se estableció un área separada en el cementerio para cuando llegaran los muertos de la epidemia y, también, se construyó un hospital temporal para atender a los pacientes afectados.

Cuando la epidemia llegó a esa zona, fue bastante severa; llegaron a fallecer inclusive su madrastra y una hermana. El Dr. Betances estableció como norma atender a los pacientes en el orden en que llegaran, e inclusive indicó que la atención a los más pobres fuera prioritaria. Esto último no fue del agrado de las autoridades españolas ni de los militares.

Actividad médica y reconocimientos

A pesar de la severidad de esta epidemia, gracias a las medidas preventivas tomadas y a los grandes esfuerzos desplegados por el Dr. Betances para tratar a los afectados y para evitar que la epidemia progrese se pudo minimizar los daños. Se le atribuyó a él el haber salvado la vida de muchos, y fue honrado por el Gobierno Municipal por esta gran gesta. Sin embargo, llamó la atención que cuando se creó el puesto de Cirujano Jefe del Municipio, el Gobierno Central de Puerto Rico escogiera a un médico español y no a Betances.

Él continuó con su trabajo con mucha dedicación y cuidado, por lo que su nombre llegó a ser conocido en todos los rincones de la isla. El Gobierno Municipal construyó un hospital en el que Betances pudo atender a todos los pacientes que lo requerían: este es hoy el Hospital San Antonio. En reconocimiento a los esfuerzos desplegados se llegaría a denominar calles con los nombres de los Dres. Betances y Basora.

Especialización en oftalmología y escritos

El Dr. Betances se especializó en Oftalmología y realizó las primeras operaciones de ojos en la isla. Se dedicó de lleno a su práctica médica y pronto obtuvo el reconocimiento de la población como un gran médico y cirujano. De esa época data un tratado escrito por él titulado El cólera: historia, medidas profilácticas, síntomas y su tratamiento.

Entre otras obras escritas por él figuran su tesis doctoral sobre “La causa del aborto” y, tiempo después, 2 libros sobre medicina y muchos artículos médicos, incluyendo algunos sobre la elefantiasis y sobre la orquiectomía. Años más tarde, escribió Los viajes del Escaldado.

Actividad política y social

Ramón Emeterio Betances, además de médico y escritor, fue un destacado político y abolicionista. Participó en el movimiento independentista del Grito de Lares, luchó por la abolición de la esclavitud y también por la independencia de España tanto para Puerto Rico como para Santo Domingo y para Cuba. Fue el principal promotor de una “Alianza de las Antillas”, lo que en varias ocasiones le costó el exilio por parte del Gobierno español. Pasó esas etapas de exilio en París, donde también hizo múltiples escritos en francés, idioma que dominaba a la perfección. Además, realizó labor diplomática en Francia, tanto para la misión dominicana como, posteriormente, para la de Cuba. Por ello recibió la distinción de Caballero de la Legión de Honor de Francia. Vivió y trabajó los últimos 31 años de su vida en Francia, donde falleció en septiembre de 1898, a los 71 años.

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Tumba de Dr. Betances en Cabo Rojo

Comentario

Es importante recordar que Ramón Emeterio Betances, además de haber destacado como escritor, abolicionista y político que abogó siempre por la independencia de España para las colonias del Caribe, fue un gran médico. Como tal, tuvo una muy destacada participación en el cuidado de la salud de nuestra población y cumplió un rol extraordinario en momentos de grandes crisis en nuestra isla.

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