Temas de Interés / ARTE

Rafael Sanzio

(1483-1520): Vida breve de un genio
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Jesús María del Rincón
Artista, Pintor y Retratista
bicubicart@gmail.com

Me encontraba friendo dos huevos, cuando sonó el teléfono. Haciendo malabarismos con este y la sartén, contesté mientras aguantaba el aparato con el cuello torcido: _ –¡Aló! –saludé agitado. _ –¿Hablo con el pintor Del Rincón? –me preguntó una voz lejana. _ –Sí, soy yo. ¿Quién me solicita? _ –Rafael Sanzio, el pintor renacentista. _ –Déjese de bromas –le espeté. _ –Esto no lo es –manifestó molesto. _ –¿Puedo llamarle en unos minutos? Estoy ocupado. _ –Sería imposible, aquí no hay teléfonos –respondió. _ –Pues espere un momento que enseguida le atiendo. Y apagando la hornilla, a sabiendas de que mi desayuno iría al basurero, le pregunté:

Del Rincón: ¿Sabe que Antonio Paolucci, director del Museo Vaticano, dijo que los dos mejores pintores de la historia fueron Velázquez y Rafael?

Rafael: Es un halago subjetivo; lo que sí es cierto es que los vértices de la trinidad del Renacimiento fuimos Da Vinci, Miguel Ángel y yo.

Del Rincón: Se sabe que nació en Urbino en 1483, que fue niño prodigio, que su padre fue pintor y que su carrera tuvo 3 periodos: Umbría en su adolescencia, Florencia en su juventud y Roma durante su madurez artística. ¿Cuál disfrutó más?

Rafael: En Roma, como pintor, arquitecto e inspector de antigüedades grecorromanas. A los 25 años me llegó el primer encargo oficial: pintar un fresco de La Escuela de Atenas para el Papa, así como decorar las estancias vaticanas.

Del Rincón: ¿Cuáles considera sus mejores obras?

Rafael: Como retrato, el del Papa Julio II que cuelga en la Galería Nacional de Londres. Él tenía una barba larguísima por un juramento que había hecho de no afeitarse hasta expulsar a los invasores franceses. Referente a la pintura La transfiguración me embelesaba, aunque la dejé inacabada.

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Retrato de Bindo Altoviti. 1514, Rafael Sanzio.
National Gallery of Art, Washington, DC.

Del Rincón: ¿Es cierto que su muerte se debió a su fogosidad sexual?

Rafael: Pamplinas; típicas leyendas urbanas. Fallecí en Roma un viernes santo, el día que cumplí 37 años. Eso sí, tuve una amante, Fonarina, a quien inmortalicé en un retrato. Lo cierto fue que tuve unas fiebres terribles que acabaron con mi vida. El pueblo romano lloró mi pérdida, y yo mismo hubiera querido contar con 50 años más de trabajo para expresar mi arte.

Del Rincón: A pesar de su temprana muerte, dejó una gran obra. ¿Es cierto que tuvo un taller con numerosos colaboradores?

Rafael: Sí, fui muy productivo y los encargos me llovían, por lo que me hice de excelentes ayudantes. Al faltar yo, ellos completaron Las estancias vaticanas, mi principal encargo.

Del Rincón: A propósito, con la emoción de hablarle olvidé preguntar la razón de su llamada.

Rafael: Quería que le enviara un recado de mi parte al Papa León X.

Del Rincón: ¡Pero eso es imposible!

Rafael: Ya presentía que no era usted la persona idónea.

Y tras esas palabras la llamada se desconectó, dejándome dubitativo y sin desayunar.

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