- Edrick López Soler
- Estudiante 5to año programa MD/JD
A simple vista el panorama futuro de la profesión médica en Puerto Rico podría lucir desalentador para el joven estudiante. El sistema de salud parece estar al borde del precipicio tanto en Puerto Rico como en los Estados Unidos. Sus exorbitantes costos amenazan no solo con inducir a la apoptosis del mismo sistema de salud, sino que ponen en jaque la estabilidad económica del gobierno. Y, a pesar de ello, hay más de 40 millones de estadounidenses que no tienen seguro médico –entre ellos 15 millones de latinos–, y 400 mil boricuas en la isla en la misma precaria situación. Ser consciente de estos números implica que entiendo que mi futuro como médico es un tanto incierto pues el sistema o se cambia o se quiebra.
Pero estudiar Medicina te hace rico en otros aspectos y te brinda oportunidades de contacto humano únicas y trascendentales. El que otro ser humano te confíe su salud o su vida es, además de un privilegio, una gran responsabilidad que debemos asumir con mucho respeto y gran humildad. Estudio Medicina, además, por una razón bastante egoísta: una satisfacción quasi-espiritual que siento cuando me doy cuenta de que tan solo con escuchar a un paciente convaleciente por unos minutos le puedo ayudar a sentirse un poco más en paz. Como estudiante de Medicina, quizás todavía no puedo hacer grandes cambios en la vida de nadie desde la perspectiva médica. Pero sí podemos escuchar a los pacientes, aprender de ellos y de sus problemas, y regalar un poco de solidaridad humana.
Los estudiantes de Medicina no seremos expertos en medicina todavía, pero ya conocemos de humanidad y de solidaridad. Y regalar un poco de esto no nos cuesta nada, vale mucho y tiene resultados obvios. Es al revés del sistema.