El significado de las dos primeras vacunas contra el COVID

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Carmen D. Zorrilla, MD
Decana Interina de Investigación, Recinto de Ciencias Medicas

Recientemente recibimos dos buenas noticias relacionadas con el desarrollo de vacunas contra el COVID-19. Voy a poner énfasis sobre algunos aspectos: eficacia, innovación, importancia de los estudios clínicos, impacto para otras vacunas en desarrollo, retos de implementación, estimados de tiempo para control de la pandemia, y el significado para nosotros.

Las dos vacunas utilizan un modelo nuevo de exponer al cuerpo al material genético del virus: el mRNA. El código genético del virus se produce en pequeñas moléculas para dar instrucciones a la célula del huésped (en este caso el ser humano) de producir más partículas virales. Los científicos decidieron encapsular al mRNA en microgotitas de lípidos (o grasas) para mantenerlo por varios días. El cuerpo desarrolla una respuesta inflamatoria sustancial, tanto de anticuerpos como de inmunidad en las células del cuerpo (linfocitos T). Esta tecnología estaba en desarrollo desde mucho antes del coronavirus, y se venían desarrollando productos de tratamiento para cáncer con el mRNA.

Un reto de implementación es que el producto se degrada fácilmente en temperaturas normales, y tiene que estar en temperaturas muy bajas. Para su transporte se usa hielo seco. El reto es mantener la temperatura desde la producción hasta que sea administrado. Se requerirán buena infraestructura y un plan de inmunización en lugares con esos equipos, que usualmente son hospitales y laboratorios de investigación. Un reto que no es imposible. Otro reto es la necesidad de dos dosis para reforzar la inmunidad.

El estudio de Pfizer comenzó en julio de este año con 47,000 voluntarios. Mitad en vacuna y mitad placebo. Hubo 94 casos de COVID, la mayoría en el grupo placebo. ¡Asombrosamente los resultados del estudio de la vacuna de Moderna fueron casi idénticos al estudio de Pfizer! Entre los 30,000 voluntarios identificaron 95 casos de COVID-19. De estos, 90 fueron en el grupo placebo y 5 en el grupo vacunado. Las 11 personas con COVID severo fueron del grupo placebo. Se calculó la eficacia en un 94.5%. La vacuna redujo el riesgo de infección, y de severidad si había infección.

La participación en los estudios científicos es esencial. Para este avance espectacular se necesitaron 77 000 voluntarios que estuvieron dispuestos a recibir un producto (luego de un proceso estricto de toma de consentimiento) que podría no funcionar, que podría inducir efectos secundarios o que podría salvar vidas. No son “conejillos de indias” pues todos decidieron participar voluntariamente luego de que se les explicara. Participar de un estudio es una opción y no una obligación. Pero el mundo les debe y los necesita.

Hay varias otras vacunas en estudio, como Novavax, J&J y Merck. Son diferentes y algunas usarán proteínas que son más estables a temperatura y parecidas a vacunas presentes en el mercado, como las de hepatitis y VPH. La participación en estos estudios de nuevas vacunas es crucial, pues vamos a necesitar diversidad de productos para distribuir a los 7.8 billones de personas en el mundo.

La estrategia de la operación “Warp Speed” para acelerar el proceso está dando resultados. Nos tomará un tiempo tener el número de vacunas que queremos. La FDA ya viene decidiendo las primeras aprobaciones como emergencia para hogares de envejecientes, trabajadores de salud y seguridad, mayores de 65 años y la población general. Aún no tenemos estudios en personas embarazadas o en niños. Estas son poblaciones vulnerables que requieren estudios científicos para asegurar un mínimo de riesgo.

¿Y para cuándo? Los estimados más alentadores mencionan mediados del año 2021 para la distribución más amplia. Vemos una luz de esperanza para la humanidad en la medida en que la inmunización avance.

Mientras tanto, mis tres recomendaciones: mascarilla, mascarilla y mascarilla.

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