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¿Qué recuerda usted de un señor llamado Alzheimer?

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Félix J. Fojo, MD
felixfojo@gmail.com
ffojo@homeorthopedics.com

En un mundo donde los jóvenes se cuidan poco y los viejos duran mucho, quizás porque aprecian más la belleza de la vida, asistimos a una verdadera -y silenciosa- epidemia que oscurece el tramo final de muchas existencias valiosas y útiles, tanto para la sociedad como para sus familias. Hablamos, por supuesto, de la enfermedad de Alzheimer, trastorno degenerativo neurológico de etiología oscura que no perdona nacionalidad, etnia o clase social alguna. Los políticos Ronald Reagan, Harold Wilson, Adolfo Suárez y Barry Goldwater, la luchadora por los derechos civiles Rosa Parks, el empresario multimillonario Henry Ford, los pintores Willem de Kooning, Eduardo Chillida y Norman Rockwell, los músicos Maurice Ravel y Aaron Copland, lo escritores Somerset Maughan y Robert Graves, los cantantes Frank Sinatra y Perry Como, los actores Charlton Heston, Charles Bronson, Rita Hayworth, Peter Falk (el detective Colombo) y Dana Andrews, y aquí cabría nuevamente Ronald Reagan, los directores cinematográficos Vincent Minnelli y Otto Preminger, y un larguísimo etcétera ilustran la cualidad pandémica de esta condición, que apreciamos, por otra parte, en nuestro entorno. Pero, ¿por qué se llama enfermedad de Alzheimer?

Aloysius Alzheimer nació en Baviera, Alemania, el 14 de junio de 1864, y a los veintitrés años de edad se graduó de médico, que fue lo que siempre quiso ser. Pero Alois, como le llamaban sus amigos, padeció desde siempre de un “mal” bastante poco común: la modestia. Primero estudió Neurología, lo que llegó a dominar profundamente, y luego se hizo psiquiatra. Aprendió el método de tintura de plata de Franz Nissl y se hizo un experto en la anatomopatología del sistema nervioso central, lo que le permitió confrontar sus observaciones clínicas con las necropsias que él mismo practicaba. En 1901, tuvo a su cuidado en el asilo de “epilépticas” de Frankfurt a la paciente Auguste Deter, de 51 años de edad, que presentaba un cuadro de demencia inexplicable. Cuando murió, Alzheimer disecó y estudió su cerebro encontrando las alteraciones que hoy son clásicamente descritas y que siguen sin tener una clara explicación. Pero Alois, modesto hasta la exageración, se limitó a señalarlas en una breve presentación junto a dos médicos italianos, en 1906.

Todo hubiera pasado inadvertido de no ser por el mundialmente famoso neurólogo Emil Kraepelin, que en su libro de texto de 1910 denominó como “cambios anatomopatológicos de Alzheimer” a las alteraciones cerebrales de la “demencia presenil”. El resto es historia. Alois Alzheimer murió en 1915, a los 51 años de edad, a causa de una infección estreptocócica. Nunca soñó que su nombre sería mencionado con aprensión por tantas personas casi 100 años después. Se habría sorprendido mucho.

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