- Jesús María del Rincón
- Artista, Pintor y retratista bicubicart@gmail.com
Revisando las páginas de arte en internet, mientras admiraba la obra del genial Goya, recibí un aviso: “Francisco de Goya y Lucientes quiere chatear con usted”. Me lo tomé a chanza, aunque la curiosidad me hizo aceptar el diálogo con el supuesto Goya:
Del Rincón: ¿Puede probarme que es usted Francisco
de Goya y Lucientes?
Goya: La duda es el germen del progreso. Trataré de
convencerle de que soy Goya. Nací en Fuentetodos el
30 de marzo de 1746 y se dijo que me adelanté al
Impresionismo. Comencé como dorador de imágenes
y me trasladé a Madrid para mi formación con el pintor
Francisco Bayeu, a cuya hermana desposé en 1775. Mi
vida era pintar y mi paleta, muy colorida.
Del Rincón: ¿Cómo llegó a la Corte de Carlos IV?
Goya: Tenía tal facilidad para los retratos y las escenas
religiosas, que pronto gané
fama y acabé siendo nombrado
pintor de Corte de Carlos IV,
a quien retraté muchas veces.
No obstante, el retrato que me
consagró fue el de su familia, en
1799. También realicé muchos
retratos de aristócratas, como
el de la condesa de Chinchón,
casada a la fuerza con Godoy,
amante de la reina.
- Francisco de Goya, 1786: Una mujer y dos niños junto a una fuente. Óleo sobre lienzo, Museo Thyssen-Bornemiza, Madrid
Del Rincón: ¿Y qué nos dice
de La maja desnuda y La maja
vestida?
Goya: Mi amistad con la
duquesa de Alba resultó escandalosa
para la sociedad
madrileña. La retraté en dos
lienzos; en uno, reclinada y
con ricos ropajes y en el segundo, desnuda. No quiero
abundar en esto por estar en juego la reputación de una
admirada dama.
Del Rincón: Cuénteme de su carrera como grabador.
Goya: Incursioné en el grabado en 1799 y realicé Los
Caprichos, una serie de 82 aguafuertes, como crítica a la
sociedad de esa época.
Del Rincón: ¿Le impactó la invasión francesa?
Goya: Me causó un dolor profundo; me vi atrapado
por la dicotomía de detestar a un invasor cuya cultura
idealizaba. Mi patriotismo fue primero, por lo que pinté
La carga de los mamelucos, cuadro que representaba al
pueblo de Madrid que se echó a la calle a combatir al
invasor, y Los fusilamientos del 3 de mayo, fecha en que el
poderoso ejército francés acabó con la vida de algunos
rebeldes. También realicé 66 grabados, Los desastres de
la guerra.
Del Rincón: ¿Qué le sucedió después de la guerra?
Goya: Tras el retorno a España del rey Fernando VII,
el peor monarca que ha tenido España, y aquejado por
la sordera, me centré en la realización de 14 murales
en mi nueva casa, a la cual el vulgo denominaba “La
quinta del sordo”.
Del Rincón: ¿Le causó problemas haber trabajado
para José Bonaparte, hermano de Napoleón?
Goya: Sí, el gobierno galo me nombró pintor de Corte.
Cuando las tropas francesas fueron expulsadas, se me
tildó de afrancesado y traidor a España. Tuve que
exiliarme en Burdeos. Nunca dejé el arte, allí pinté La
lechera de Burdeos. Fallecí en 1828.
Del Rincón: Otra pregunta más… ¡Oh, no...! ¡Se cortó la comunicación! Lo cierto es que me dejó dudando de si mi interlocutor era el mismísimo Goya.