NSAIDs o AINEs:

Antiinflamatorios no esteroidales y su perfil de seguridad
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Nancy Agront Peña, R.Ph
Directora de la Red de Farmacias
MMM Healthcare, Inc. y PMC Medicare Choice, Inc.

Los antiinflamatorios no esteroidales (NSAIDs o AINEs) se han convertido a nivel mundial en uno de los medicamentos más utilizados para el manejo de dolor o inflamación. Se estima que más de 30 millones de personas toman NSAIDs diariamente1 y su utilización podría ser aún mayor considerando su disponibilidad fuera de los recetarios.

La efectividad de NSAIDs no deja de estar acompañada de preocupaciones sobre su perfil de seguridad, en especial en pacientes con problemas cardiovasculares o diabetes, que ya están en riesgo de desarrollar enfermedad renal. Aunque la incidencia de daño agudo al riñón no ha sido bien establecida, reportes sugieren que 500 000 a 2,5 millones de personas desarrollan algún grado de nefrotoxicidad relacionada con NSAIDs anualmente en los Estados Unidos.3

Riesgos renales

Efectos adversos de los NSAIDs en la función renal están mediados a través de la inhibición de la síntesis de prostaglandinas. El bloqueo de la enzima ciclooxigenasa provoca vasoconstricción así como disminución leve y reversible de la función renal en pacientes con volumen de fluidos comprometidos, lo que puede a su vez causar necrosis tubular aguda y fallo renal agudo.

Pacientes envejecientes están a mayor riesgo por comorbididades y terapias múltiples de medicamentos. El daño renal agudo puede ser prevenido identificando pacientes de alto riesgo y evitando el uso de NSAIDs potentes como indometacin, aspirina y nabumetone.

Cuando la terapia de NSAIDs es esencial para pacientes de alto riesgo, se debe utilizar la dosis mínima efectiva por el periodo de tiempo más corto y se debe considerar el uso de NSAIDs de media vida corta (como el sulindac) junto al monitoreo frequente de la función renal.

Riesgos cardiovasculares

Los NSAIDs tradicionales y COX-2 selectivos pueden afectar negativamente el control de la presión arterial, de la función renal y del manejo de la insuficiencia cardiaca y tienen la capacidad de interferir con el efecto antiplaquetario de la aspirina. En 2006, la FDA emitió una advertencia con respecto a la coadministración de aspirina e ibuprofeno. Se ha descrito un mayor riesgo de infarto de miocardio en los usuarios de inhibidores de COX-2. De los NSAIDs tradicionales, se ha identificado que diclofenaco posee un riesgo potencialmente mayor de acontecimientos cardiovasculares adversos.

Aun el uso por cortos periodos de tiempo está asociado al aumento de riesgo de muerte y recurrencia de infarto al miocardio en pacientes con historial previo de infarto.

Conclusión

NSAIDs tienen alta utilización entre pacientes mayores de 60 años para tratar dolor crónico e inflamación asociado a artritis y dolores musculares. La evidencia clínica demuestra la relación entre el uso crónico de NSAIDs (incluyendo la aspirina) que tiene no solo un impacto en el área renal y cardiovascular, sino también en el sistema gastrointestinal. NSAIDs tópicos, como diclofenaco o derivados de salicilato, se han utilizado con la esperanza de evitar los efectos sistémicos, pero aún no hay disponibles suficientes estudios a largo plazo.

El uso de NSAIDs conlleva una evaluación extensa no solo de las interacciones entre medicamentos sino también de las condiciones de salud del paciente. De ese modo se busca prevenir la incidencia de efectos adversos y asegurar que los pacientes reciban terapias seguras y efectivas.

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