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Cuáles son tus resultados…

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Dr. J.R. Román
www.motivando.com
jrromanmotivando@gmail.com

Hay un mensaje que dice: “Somos el resultado de las decisiones que tomamos”. Nuestros resultados dependen de las decisiones que cada uno tome y no podemos culpar a nadie por los resultados de nuestra vida. Tenemos que asumir la responsabilidad por nuestros resultados. Por eso es importante que uno se conozca y sepa cuál es la fuerza que lo motiva. Tenemos que visualizar que se trata de nuestra vida y que los resultados que vamos a lograr nos deben motivar a movernos y realizar lo que deseamos.

Para producir buenos resultados debemos:

  1. Identificar lo que deseamos. Para esto debemos autoevaluarnos. Por ejemplo: nuestro aspecto físico. ¿Cómo está nuestra dieta? ¿Cómo esta nuestro programa de ejercicio? ¿Tenemos el peso ideal? ¿Cuándo fue nuestro último examen físico? ¿Cómo están, por ejemplo, la presión o la dentadura? Con preguntas simples podemos definir qué parte del área física requiere atención y qué todavía no es perfecto. -# En lo espiritual: ¿cómo esta mi relación con Dios? ¿Cómo puedo mejorar mi crecimiento espiritual? ¿Quién o quiénes me pueden ayudar a fortalecer el área espiritual? ¿Qué cosas todavía no son perfectas en esta área o qué puedo mejorar? -# En lo financiero: ¿qué no es perfecto todavía? ¿Cuánto he ganado en estos últimos cinco años? ¿Cuánto de eso he retenido o he invertido para mi desarrollo financiero? ¿Tengo establecida una meta financiera? ¿Tengo un programa para financiar mi educación o la de mis hijos? ¿Tengo un fondo de emergencia para cubrir tres meses de gastos? Con estas preguntas simples se abre la mente y se empieza a identificar lo que está bien y lo que aún no es perfecto y a definir qué acción debemos tomar para mejorar o normalizar nuestra situación financiera. -# En el área familiar debemos evaluar cómo esta nuestra relación, ya sea con nuestra pareja, padres, hijos o demás familiares. ¿Qué podemos hacer para enriquecer nuestra vida familiar? ¿Qué tiempo estamos dedicando a nuestra familia? ¿Cómo mejorar la comunicación y nuestras relaciones? ¿Cuáles son las metas que tenemos en conjunto y dónde podemos compartir y desarrollar? ¿Qué no es todavía perfecto? Cuando empezamos hacer esta dinámica, nos damos cuenta de que la vida es muy corta, los años pasan rápido y si no tomamos control y no nos enfocamos en lo que queremos realizar, podemos llegar a la vejez lamentándonos. A veces nos podemos decir: ¡si yo pudiera comenzar de nuevo!, ¡si yo hubiera hecho esto!, ¡si yo hubiera seguido esos consejos!

Primero, debemos desarrollar la fuerza dormida que está dentro de cada uno e identificar qué es lo que se desea de la vida. Cada uno es el arquitecto y diseñador de su futuro. El segundo paso es definir el valor que tiene para uno lo que se desea. La mayoría de personas no fracasa por falta de recursos o de conocimientos, sino porque cambian de rumbo y de objetivos cada vez que se encuentran con un obstáculo y lo hacen por no tener definido su propósito. La ventaja de tener definido el propósito es que eso nos ayuda a sortear los obstáculos que se interponen en la consecución de nuestras metas y al mismo tiempo a buscar soluciones para alcanzar lo que queremos. Definir lo que se quiere en la vida nos da la fuerza para producir la fe, la confianza, la seguridad y la determinación, para conseguir los mejores resultados, y lograr los deseos y los sueños que se quiere conquistar.

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