S iempre he estado fascinada con el desarrollo humano. Tuve la oportunidad única de ser la mayor de cinco hermanos. Así presencié como estas bolitas rosadas que llegaban a mi vida estiraban sus brazos hasta que se arrastraban por el piso hacia mí. Decidí completar mi bachillerato en Nueva York y a la vez aprender sobre diferentes culturas. Mi primer empleo fue como maestra para niños con autismo. Inmediatamente, me sentí comprometida con mis estudiantes. Ese año fue uno de retos y (...)