Era la década de 1970, yo trabajaba en mi tesis en uno de los hospitales universitarios más grandes de Europa, en Munich. Con frecuencia, iba a la sección de Patología a recoger el informe de algún tumor recién operado que habíamos detectado unos días antes en una tomografía computarizada. Vecino a Patología estaba el Instituto de Cirugía Experimental, famoso también porque allí se desarrolló la litotricia. Solía detenerme allí a saludar a mi amigo Luis, ejemplo de persistencia, quien trabajaba en unos (...)