En esta columna hemos destacado el valor de la persistencia para lograr nuestras metas o para hacer que algunos imposibles se vuelvan posibles. Pero para lograr objetivos se requiere, del mismo modo, una dosis de paciencia y entender que –en muchos casos– hay que darle tiempo al tiempo, no para que las cosas ocurran por simple inercia, sino más bien para que evolucionen, maduren, las entendamos bien y para que así –muchas veces– las podamos perfeccionar o hacer de la mejor manera. Ocurre igual al (...)