A veces, cuando me han pedido opinión de casos complicados o con factores que no conocemos ni controlamos, he citado el ejemplo de una paciente que me tocó evaluar cuando aún era estudiante. Había sido diagnosticada y operada de un cáncer de alto grado de malignidad y se determinó que el tumor se había diseminado a órganos vecinos y a distancia. Las cirugías y tratamientos no habían tenido éxito. Eran los años 1970 y estábamos en el hospital universitario más moderno de Europa donde, inclusive con la (...)